Se cree que el libro bíblico de Proverbios fue escrito entre los años 950 antes de Cristo (a. C.) y 400 a. C. Ya en aquella época, se enseñaban frases como esta: «El que anda en chismes divulga los secretos; mas el de espíritu fiel oculta las cosas
Chisme, rumor o «un pajarito me contó». No importa el nombre, es un hábito que millones de seres humanos repiten todos los días y, por lo visto, lo hacen desde hace millones de años.
Hacer chismes y hablar de otras personas sin el total conocimiento ni de ellas ni de los hechos es husmear la vida ajena; es sacar ventaja de la confianza depositada por alguien que cuenta algo personal en la búsqueda de ayuda, etc. Las historias que mezclan hechos y fantasías (muchas veces malintencionadas) son habituales, pero le hacen mal tanto a la víctima de los chismes como a quien los difunde.
Algunos, con el argumento de pretender dar un servicio valioso, repasan todo lo que escuchan. Son historias narradas como conviene, y a veces, maliciosamente condimentadas. Es muy difícil que quien cuenta un chisme no le añada algo.